miércoles, 2 de diciembre de 2015

Cuento cósmico

Hoy quiero hablar de esa niña, que decidió dormirse en su cajita de cartón, en un rincón de algún planeta, sin que nadie le diera permiso, ni tampoco se lo quitara. Esperaba despertar, en el mismo sitio, en el mismo tiempo, pero se encontró con otra dimensión de estrellas fugaces en un cielo de infinitos desperfectos. Y quería volver a su cajita pero cuando se quiso dar cuenta ya no cabía dentro, tan solo podía meter de vez en cuando, su alma , y recordar entonces, las plácidas siestas entre cartón y calidez olvidada. Ella no quería ese universo, ni lo amaba ni lo deseaba de ningún modo, así que se quedó allí, sentada en un rincón, abrazada a una cajita que cada día se iba haciendo más diminuta, hasta que incluso su alma le dio el ultimátum, y tuvo que deshacerse de su casa, en un rincón de un planeta, de uno sin nombre ni dirección. Y estuvo quieta milenios, hasta que su sombra se hizo eterna y sus ojos reflejaban la incredulidad de sus sueños olvidados.Nunca se hizo mayor, solo antigua. Apareció entonces una señora de marfil, algunos dirían que era un hada, no sé si en ese planeta perdido existirán las hadas, pero la magia se reflejaba en sus pulidos zapatos color lluvia de primavera. La mujer miró a la niña, casi hecha piedra por el tiempo y la tristeza, y sus ojos conocedores de un millón de desengaños no mostraron ni un leve signo de lástima, y despertó a su voz, para que surgieran las palabras que vivirían en la cabeza de la niña, hasta que se tornaran recuerdos lejanos.
"Niña, puedes elegir vivir en tu caja de cartón, que ya no está, pero sigues viviendo en ella, porque la recuerdas, todos los instantes en los que recuerdas algo, y en tu cabeza, has creado otra cajita de cartón, aún más agobiante y asfixiante que la anterior, y te has quedado quieta a vivir en ella, pensando que volverás a tu tiempo y tu espacio. Nunca volverás. Nunca podrás hacer nada en el ayer, ni en el entonces, ni en el allí, porque ya no está, no existe, ni volverá a existir. Puedes elegir eso, quedarte en la cajita, a intentar escuchar sonidos dentro de una caracola, a cerrar los ojos delante de una lluvia de estrellas. O puedes elegir dejarla, tirarla, porque mentalmente también podemos, y arrancar las raíces que tu cuerpo ha echado en este rincón de este planeta anónimo, para buscar por fin, quién eres y qué haces aquí, porque no puedes volver al día en que fuiste, y no eres menos por ello, eres diferente, y a la vez más tú que nunca.  Búscate como buscas el ruido tranquilizador de la cascada en la selva, como buscarías el calor en una tormenta de soledades y pérdidas. Y hazme caso, búscate de verdad, búscate queriendo encontrar, que es la única manera buena, y encuentra errores, encuentra defectos, encuentra fracasos y éxitos. Recógete en piezas, en cápsulas o en trocitos, dedícate a ensámblate, a juntarte y ver donde encajas y donde no, hazte un mapa de ti, y disfruta perdiéndote. Búscate bien, o quédate aquí, con los ojos cerrados, porque sabes que si los abres, verás todas esas estrellas, que un día fueron niñas que no se buscaron, y ahora brillan con el pesar del arrepentimiento, tan lejanas, y tan ajenas."
Y la niña abrió sus ojos de limón y miel, y la mente, y pegó con celo todas las palabras, una a una, que salieron por aquella boca de marfil, haciendo un mosaico, de ideas viejas en un alma nueva, donde vuelven a cobrar sentido y color. Y se levantó poco a poco ( y se cayó muchas veces) arrancando trocitos de meteoritos y polvo de su cabecita antigua, y al primer paso en ese planeta que era el suyo(llamémoslo tierra,llamémoslo anónimo), la mujer color marfil desapareció, ya descubrió algo.

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