miércoles, 16 de diciembre de 2015

Bosque de cera y cenizas

Me he puesto a contar todas las primeras veces, hasta que he dejado de poder hacerlo. Hoy es la primera vez que celebro un mes escribiendo, o más bien publicando, porque las cosas privadas a veces se hacen tan pequeñas y opacas que parecen no existir. Alguna vez me han dicho que compartir nos hace más, y, por primera vez, estoy empezando a creerlo. No recuerdo la primera vez que sonreí, dudo que nadie lo haga, no recuerdo la primera vez que relacioné el color azul con el cielo, ni la primera vez que lloré con una película. Sin embargo, recuerdo perfectamente el color del día de la primera vez que sentí cierta caricia, o el olor de la primera vez que me sentí lejana. Es extraño como funciona la memoria, tampoco recuerdo la primera vez que pensé en ella, ni cuántas veces lo he pensado desde entonces. Vivimos contando, hacia delante y hacía atrás, las primeras y últimas veces de nuestra vida, una cuenta atrás muy larga o una enumeración demasiado breve. Es extraño cómo pensamos que todo es extraño, menos nosotros. No he olvidado la primera vez que corté todos los hilos que me unían al globo que solía creer mi mundo, y me tiré al vacío. Es extraño que no recuerde la caída, quizá la extraña soy yo, quizá aún no he tocado el suelo, y antes de estrellarme recuente mis primeras veces. Es posible que esta sea la primera vez que leéis esto, y mientras saboreáis una a una las palabras esta muriendo otra de vuestras primeras veces. Nunca me ha gustado leer algo solo una vez, he matado a todas mis primeras veces de golpe, para atacar sin piedad la segunda o tercera.
En cierto modo esta vez es diferente, sintiendo como se extingue esa primera vez, como se apaga, como si fuera una vela, feliz primer mes. Feliz primer mes de muchos llenos de primeras veces, feliz bosque de cera y cenizas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario