domingo, 20 de marzo de 2016

La playa

En aquel camino de arena en el que asaltaba el viento se me empezaron a encoger las orejas de frío, y poco a poco el corazón, y acabé preguntándome en qué momento te cedí el placer de olvidar y me dejé ser olvidada. Ahora poco a poco se apagan las luces de ese faro, las que vimos encenderse desde la roca lejana a todo. Mi corazón se ha empequeñecido tanto que se confunde con los fragmentos de conchas destrozadas por una marea confusa. Me he quedado esperando, esperando a que la calma se lleve el aire y vengas a buscarme al mismo lugar donde me dejé caer sin toalla y firmé mi imprenta de persona a medias, que de vez en cuando se llena de arena y cal.
Y ya sólo puedo pensar, que ojalá el verano nunca llegue a la playa.

Avisos susurrados I

Recuerden
que llorar
no es lo mismo
que estar triste
y que los demás
no es lo mismo
que ellos.
Dejen de tener
mil años de juicio
para tener
los mejores prejuicios
del mercado de valores
en el que la bolsa
de cada uno de nosotros
vale menos que nada.

domingo, 13 de marzo de 2016

Apágate, mujer

La vista arriba y las palabras bajas.
La falda larga y las ideas cortas.
La réplica muda y la mirada ruidosa.
Apágate mujer, que el escándalo se ilumina.

Y olvida quien eres, olvida que eres
olvida que puedes reinventarte siempre
que las cosas ya van bien, apágate mujer.

Tápate con una venda blanca la inteligencia,
casta, pura y modesta
acalla tu ironía y tu soberbia nueva
que la vida ya es muy dura, para querer ser humana.

Envuélvete en cultura vieja
en tradición orgullosa
de trabajos de buena esposa
y madre de amabilidad ciega.

Y olvida quien quisiste ser,
olvida tan solo que puedes,
que las cosas ya van bien,
apágate mujer.

Rézale a la sociedad buena
como las niñas aplicadas
que todo está mejor que ayer
en el mundo fácil de la mujer.

Apágate mujer, que tu fuego arde
quemando los bordes de tu pesada falda
dejando ver que eres persona
pecado capital que la sociedad no perdona.

Te deseo ser antorcha
con llamas de dicha honrosa
que quemen las ideas antiguas
de una sociedad temerosa.

El poder que te otorga el fuego
de una mente de ideas hermosas
de sueños de igualdad y fuerza
que acaban con la inquietud y el miedo.

Enciende tu llama, mujer,
enciendete de toda posible manera
que ya empezó el festival inmoral
y la sociedad buena arde entera.

Enciende tu fuego, mujer
que las llamas iluminen tu silueta
que la revolución va a llegar
en un ardiente incendio violeta.



G.

Sentada en el banco que mira al mar he decidido nombrarte, para ver cómo suenas con sal. Pequeño sol de mediodía del día gris que nos cayó en un Febrero desértico. Todo me devuelve allí, como las olas que arrastran las misma conchas una y otra vez, ahogando toda esperanza, de salir vivo, y sin sal y arena. Y la arena en los ojos saca mis lágrimas, pero fingiremos que me ha cegado este sol tan intuitivo y viejo. Todo me lleva allí, todo me lleva contigo. Salas blancas desconchadas con un atril, una niña de ojos nuevos sale a refrescarnos con poesía viral, después un anciano color montaña nos desvela palabras remendadas, un ukelele cierra la sesión de suspiros, no hay telón que caiga, tan solo quedaremos todos, mirando a esa desconchada pared blanca. Otro día frío que esperas ver nevar, otro día cálido que no sale el sol. Hay un parque verde que sube hacia al final de todo, escalamos, cogidas de la mano con el paraguas que cubre a toda la humanidad, para ver el fin del mundo desde arriba, y gritar que no fue para tanto. Y no lo fue, porque seguía despertando en sábanas de calor contigo y desayunando con nombres de directores, productores y guionistas de fondo, y aunque las vías me ataran camino a un lugar de polvo y silencio, donde vuelvo a estar yo sin sal, y lo único desconchado es mi intestino delgado, aunque esas vías me lleven lejos, siempre estaré en aquel portal mojado, en las gotas de café frías en la comisura de algunos labios y en el viento cortante de las tres de la mañana de alguien que busca carteles de neón. No sé si sabré a sal, o si solo me quedará el olor a naranja de las mañanas con zumo, pero hemos vencido al fin del mundo, y en algún lugar entre esa hierba, algún insecto contará nuestra victoria, hasta que se entere hasta la última hormiga.

domingo, 6 de marzo de 2016

Murió de rutina


Siempre fue una niña de dientes tristes que jamás se asomaron tras una sonrisa por culpa de la vergüenza. Murió de rutina. Su alma latía a un ritmo mucho más rápido que los pasos que habían sido predeterminados el día de su nacimiento. Los médicos le recetaron pasatiempos. Todos dejaron de surtir efecto al tercer día y, al cuarto, estableció el hábito de buscar uno nuevo que aliviara su desazón. Nunca lo encontró. Ocultó las secuelas de su rostro con maquillaje espeso y las arrugas de aburrimiento de su cuello con bufandas de colores. Los días pares se ponía camisas de lino que apenas le llegaban a la cintura; los que acababan en trece, pantalones de corte chino que doblaba por encima de los tobillos. Siempre creyó que el amor la encontraría algún día, pero este nunca llegó. Murió de rutina. Su alma se agitaba con vida.

Aportación: CanelRolls

Sin ti, soy yo

"Sin ti, soy yo", lo leo, y sonrío, y no encuentro el motivo para ello. El bus arranca, y las palabras garabateadas en un muro a medio derrumbar desaparecen en la lejanía del ruido y el tráfico de las dos de la tarde, la ciudad reclama un descanso, parece que hasta el cielo necesita parar a comer. Por alguna razón deseo que el chico que lo pintó lleve bigote, y antes de enfrascarse en su tarea rodeado de noche y de ilegalidad se lo hubiera atusado varias veces. Y no tiene sentido, pero a menudo pienso, porqué he de buscárselo a las cosas que escribo si la vida en sí tampoco lo utiliza. He nacido mil veces en este bus, y he muerto novecientas noventa y nueve. Y cada día que subo ese escalón que te invita a no intentarlo, me espero un circo de animales extinguidos dentro, una exposición de cadáveres del paleolítico, una fiesta del siglo XV en pleno apogeo. A mi lado viajan hermanos que huyen de la ciudad, niños que han olvidado a Peter Pan, mujeres con el traje de superheroina bajo el uniforme de oficinista, señoras que bailan en los portales de madrugada vestidas de luces de neón. El hilo musical elegido por el conductor son las estaciones de Vivaldi, ha venido la orquesta filarmónica de Viena a interpretarla, pero no quedaba ni un sitio, y viajan en el maletero, tocando la primavera en una maraña de brazos, cuerdas y suspiros agobiados, en una tarde de otoño que necesita una pausa para comer. Hoy me he vestido de invierno, y cada poro de mi piel se ha llenado de hielo, por la ventana aparece una casa de empeños, y me pregunto si trataran también con recuerdos y soledades. En el bus hay palabras que se transvisten de sentimientos, engañándonos a todos desde un móvil en el asiento de atrás, que no deja de sonar, demandando la atención que nadie le presta. En el bus nadie mira al frente, las mentiras de cara son mucho más éticas. Me pregunto si la ruta es más larga que la órbita de la tierra al sol, nadie lo ha calculado aún. Alguien se ha puesto de parto, ha dado a luz una idea, y todos somos testigos. También hemos vivido funerales, en los que nadie llevó flores ni dijo una palabras, la muerte de un amor, la muerte de una ilusión, la muerte cerebral de alguna flor en el ramo de un chica ilusionada. Nuca he visto gente más viva, que la que se duerme en el bus, corriendo maratones en algún lugar de su mente, no sé is huyen, no sé si vuelven. Últimamente siempre hablo de peces, también he conocido a muchos, en la ruta del reloj de arena hecho piedra, algunos me han contados historia de libertad, otros no han sabido ni pronunciar su nombre. Un día conocí a uno especial, pero es irse del tema, y para eso me tengo que salir de la ruta. Dentro del bus siempre es un día frío de Marzo, ,de esos que anuncian primavera pero solo traen invierno, y todos miran al cielo preguntándonse qué pasó con las horas soleadas del ayer y las noches brillantes del mañana. Con los violines amortiguados por susurros de discusiones cruciales de una vida insulsa, me imagino quien es ese "yo" con bigote y si alguna vez habrá viajado acompañado de un desfile de vidas corrientes corregidas por mentes mediocres.