domingo, 6 de marzo de 2016

Sin ti, soy yo

"Sin ti, soy yo", lo leo, y sonrío, y no encuentro el motivo para ello. El bus arranca, y las palabras garabateadas en un muro a medio derrumbar desaparecen en la lejanía del ruido y el tráfico de las dos de la tarde, la ciudad reclama un descanso, parece que hasta el cielo necesita parar a comer. Por alguna razón deseo que el chico que lo pintó lleve bigote, y antes de enfrascarse en su tarea rodeado de noche y de ilegalidad se lo hubiera atusado varias veces. Y no tiene sentido, pero a menudo pienso, porqué he de buscárselo a las cosas que escribo si la vida en sí tampoco lo utiliza. He nacido mil veces en este bus, y he muerto novecientas noventa y nueve. Y cada día que subo ese escalón que te invita a no intentarlo, me espero un circo de animales extinguidos dentro, una exposición de cadáveres del paleolítico, una fiesta del siglo XV en pleno apogeo. A mi lado viajan hermanos que huyen de la ciudad, niños que han olvidado a Peter Pan, mujeres con el traje de superheroina bajo el uniforme de oficinista, señoras que bailan en los portales de madrugada vestidas de luces de neón. El hilo musical elegido por el conductor son las estaciones de Vivaldi, ha venido la orquesta filarmónica de Viena a interpretarla, pero no quedaba ni un sitio, y viajan en el maletero, tocando la primavera en una maraña de brazos, cuerdas y suspiros agobiados, en una tarde de otoño que necesita una pausa para comer. Hoy me he vestido de invierno, y cada poro de mi piel se ha llenado de hielo, por la ventana aparece una casa de empeños, y me pregunto si trataran también con recuerdos y soledades. En el bus hay palabras que se transvisten de sentimientos, engañándonos a todos desde un móvil en el asiento de atrás, que no deja de sonar, demandando la atención que nadie le presta. En el bus nadie mira al frente, las mentiras de cara son mucho más éticas. Me pregunto si la ruta es más larga que la órbita de la tierra al sol, nadie lo ha calculado aún. Alguien se ha puesto de parto, ha dado a luz una idea, y todos somos testigos. También hemos vivido funerales, en los que nadie llevó flores ni dijo una palabras, la muerte de un amor, la muerte de una ilusión, la muerte cerebral de alguna flor en el ramo de un chica ilusionada. Nuca he visto gente más viva, que la que se duerme en el bus, corriendo maratones en algún lugar de su mente, no sé is huyen, no sé si vuelven. Últimamente siempre hablo de peces, también he conocido a muchos, en la ruta del reloj de arena hecho piedra, algunos me han contados historia de libertad, otros no han sabido ni pronunciar su nombre. Un día conocí a uno especial, pero es irse del tema, y para eso me tengo que salir de la ruta. Dentro del bus siempre es un día frío de Marzo, ,de esos que anuncian primavera pero solo traen invierno, y todos miran al cielo preguntándonse qué pasó con las horas soleadas del ayer y las noches brillantes del mañana. Con los violines amortiguados por susurros de discusiones cruciales de una vida insulsa, me imagino quien es ese "yo" con bigote y si alguna vez habrá viajado acompañado de un desfile de vidas corrientes corregidas por mentes mediocres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario