miércoles, 20 de enero de 2016

IX

Beatrice no dejó de llorar durante tres días enteros cuando su hijo se fue de casa con dieciséis años, reclamando vivir su vida y estrenar su libertad, gritando que aprendería por su cuenta y que quería conocer mundo. A June le hubiera gustado explicarle que el mundo no se acaba en la punta de los dedos de sus pies y que el peso de este iba a hacerle caer, la ley de la gravedad. Pero calló, le dio un abrazo y le dijo adiós, siempre había sido muy buena mentirosa. Esa noche fue la única que Beatrice no le preguntó qué escribía, esa noche June quería decirlo:
-Escribo sobre el amor y la gravedad.

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