domingo, 3 de enero de 2016

I.

Su madre le había puesto May, pero ella decidió ser June, después de todo una persona que te abandona el tercer año de vida en la puerta de una clínica de adopción no debería tener voto en su vida. June era la protesta pacífica, o más bien de no-violencia, hacía una vida no escogida, ni deseada. Hacia esos días que duran tres cuartas partes de lo que deberían y la luna creciente mengua tus pensamientos.  Beatrice Hall fue, y sería siempre, la persona que se había preocupado de procurarle un hogar, de rescatarla de las lágrimas de media noche y de protegerla de la envolvente tristeza. June jamás acepto llamarse Hall. siempre sería June Candice, el legado de una tragedia anónima. Sus recuerdos en casa de los Hall serían siempre canciones de cuna en su memoria, cuentos y leyendas, que ella recogería e inventaría, siempre vivió protegida por su armadura de papel y boli.
Su hermano le preguntaba, con la inocencia que solo se les permite a los niños felices, porqué le gustaba tanto escribir, o porqué era tan buena haciéndolo.
-Soy muy buena mentirosa.

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