June se consideraba una exploradora, le gustaba observar, su especialidad era la gente que caía. Cuando sus ojos aún no habían visto más de dos mil amaneceres y sus manos aún no alcanzaban al estante de las galletas le preguntó a Beatrice que porqué su madre la había dejado.
-Estaba cayendo.
June se imaginaba a su madre, un rostro sin cara , sin magia, sin vida, cayendo desde el rascacielos más alto de Nueva York en una noche fría de luna llena. Se preguntaba si su madre también la imaginaría a ella. El día que su cabeza alcanzó la mirilla de la puerta entendió que hay diversas formas de caer, y no hay necesidad de una gran altura para ello. Aprendió a observar, a verlos, la gente que caía. Quizá alguna vez la observó a ella, a su madre, en su caída, June se la imaginaba planeando suavemente, aunque deseaba que hubiera estallado en mil pedazos al rozar el suelo y hubiera una parte minúscula y rota de ella en cada esquina.
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