lunes, 11 de abril de 2016

Existiendo

A la niña que quiere verse reflejada en los charcos:

Olvídate del agua, y verás más allá. Pisarás dos mil charcos antes de que dejes de ser pisada. Pero olvídate del agua. Apaga la alarma de los espejos, porque va a acallarte cada vez que pases por un escaparate. No pienses en los pies fríos, porque será el frío quien te proteja de aquel futuro ya pasado incendio. Estamos aquí, tú y yo, ahora, no lo estábamos ayer, ni cuando yo era tú, estamos ahora, y quizá así deba ser. Nunca dejes de ser, como ere tú, en papel y boli, en poema absurdo, en cuento de veinte páginas. Nunca dejes de saber ser, porque te obligaran a olvidarte, a querer ser sin ser, y puede que lo consigan.

Debes saber que ahora existimos, nos miramos en los espejos y en los escaparates como si no nos conociéramos en absoluto y quizá es así. Ahora salimos los viernes y si estamos muy bien los sábados, salimos a comer con gente y no tenemos miedo ni vergüenza a hacerlo solas. Hace un tiempo que nos conocemos de maneras secretas y nos inventamos lenguajes en clave para nosotras mismas, últimamente si tenemos los pies fríos nos ayudan a calentarnos. Hoy es aquel mañana, aquel que imaginaste sin baches, con cortesía e infinitas historias incontables. Aún así ahora lloramos, aun así hay miedos y hay dolor, y los recuerdos de aquel tú que aún no eres y yo ya he sido no nos dejan dormir.

A pesar de todo estamos, como aquellas pintadas que siempre miras y aun mirarás todos los días en los mismos sitios para comprobar que todo sigue ahí, y ahí seguimos, en las sombras borrosas de la firma de algún graffiti en aquel descampado polvoriento. Hoy no hay cascabeles, hoy tenemos música propia.

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